Hoy los peques han estado raros. No estaban cansados como otros viernes, ni protestones ni guerreros, estaban…raros. Mimosos, sensibles, llorosos. Creo que, en lo que va de curso, es el día que más carantoñas, besos y abrazos hemos repartido. Cogíamos a uno en el regazo y se acercaban otros dos: “y a mí también, y a mí también”. Y se nos metían entre las piernas para acotar un espacio para ellos, queriendo sentirse así destinatarios únicos de nuestros arrumacos. He terminado meciendo a Valeria mientras le cantaba la nana de cuando era bebé: “Pajarito que cantas en la laguna, no despiertes al niño que está en la cuna.."
Hoy tocaba jugar con los balones: chutar, lanzar, pasar, encestar… pero se tropezaban unos con otros a lo tonto y hubo que aplicar más de una ración de Arnidol.
“¿Pero qué les pasa hoy?”, nos preguntábamos. Al final hemos decidido aparcar las actividades programadas y dejar fluir la mañana, siguiendo sus ritmos, siguiendo al niño.
En el baño fue más de lo mismo, se resistían a bajarse el pantalón, a cantar la canción para lavarse las manos, porfiaban por sentarse dos en el mismo sitio... Ni siquiera chapotearon en el lavabo como otros días.
– No quiero hacer pis – lloriqueaba Israel.
– Ya lo sé tesoro, solo te siento en el váter un poquito, pero si no quieres no hagas pis.
– Que no, que no – seguía gimoteando, a medias entre la protesta y el no sé qué es lo que quiero.
Israel se sintió reconfortado, y la abrazó, fue un abrazo prolongado, sereno, disfrutado. Ella se dejó querer. Y yo aproveché para dejar constancia de tanta ternura haciendo una foto. Pero, ¡cachis!, terminé con la magia del momento.
A última hora, cuando han venido a recoger a los peques he comentado con las madres esa tontuna generalizada. Y una me ha contestado "es que están de nieve.”
– ¿Cómo dices?
– Que están de nieve.
– ¿Qué significa eso?
– Lo aprendí de las maestras de Villamanín, cuando los niños estaban así de raros decían que “estaban de nieve”. Y no fallaban, al día siguiente, o a los dos o tres días, nevaba.
Hace un rato estaba viendo el tiempo… y anunciaban nieve para el fin de semana. Me acordé de lo que esa mamá me dijo, “están de nieve”.
¿Será verdad que su naturaleza y sus ritmos circadianos presienten el cambio metereológico?
Con mis peques nunca dejo de aprender.
Lucía Antolín
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