domingo, 5 de junio de 2016

Centro de interés "Los alimentos". Tercera parte.


Esta es la tercera parte del centro de interés dedicado a aprender sobre los alimentos, y aunque hace ya bastantes días que realizamos estas actividades no quería dejar de reflejarlas.

En las anteriores os conté los talleres de zumos y de pizzas como recursos para trabajar diferentes aspectos matemáticos. Ahora realizamos otra actividad muy motivadora para practicar el conteo: organizamos una frutería en el rincón del juego simbólico. Los peques tenían que comprar fruta nombrándola. Nada de decir “quiero eso”, sino “quiero un plátano, o una piña, o una zanahoria...” Casi todos se sabían los nombres de las frutas principales. Pero algunos tenían dificultad para pronunciarlas. Así que hicimos ejercicios de segmentación silábica con los nombres de las frutas, para reforzar la pronunciación correcta  e ir iniciándoles en la conciencia fonológica.










En cuanto a la actividad en sí, al principio lo único que les interesaba era meter los alimentos en sus cestitas y trasladarlos de un lado a otro. Más bien acapararlos. Es una tendencia frecuente en algunos niños, no juegan con los juguetes pero los cogen para ellos y no se los dejan a los demás. Y manipular el dinero también les encanta. ¡Qué importantes se sienten comprando con dinero como el de los mayores! Algunos lo guardaron en el bolsillo del baby “para llevárselo a casa”. ¿Qué pensarían hacer con ello? 

Dejé que jugaran a su libre albedrío un par de días, y al tercero empecé a hacerles encargos. “Ve a la frutería y compra dos naranjas”. Y aquí vino el lío, porque, con la cantidad de frutas que había en la tienda ... ¿porqué se tenían que conformar con dos naranjas? Me traían la cesta llena,  y esto me dio qué pensar, ¿será que no comprendían mi pedido o que cuando llegaban a la tiendita se les había olvidado?



Plátanos, naranjas, lechugas...
...y dinerito de verdad.


Entonces confeccioné unas tarjetitas plastificadas para hacer los pedidos, en las que se reflejaba la cantidad y la fruta que habían de comprar. Y con ellas en la mano ya sabían que era lo único que tenían que comprar y en qué cantidad . Estas tarjetas me permitieron personalizar la actividad, pues no todos los peques se encuentran en el mismo momento cognitivo. Así unos tenían que comprar una sola fruta, otros tenían que comprar dos, algunos ya hasta tres. En un segundo momento pedía cantidades combinadas, por ejemplo una pera y dos tomates, o dos tomates y dos plátanos, etc. Después en mi mesa comprobábamos si lo habían hecho bien. Y sí, el conteo y la numeración mejoran por días.

Comprar dos peras y un tomate... o tres zanahoras y dos tomates


La numeración seguimos trabajándola con una tarta de juguete preciosa, en la que tienen que poner tantas velas como indica el número, o bien servir tantos pedazos como se piden. Es un juguete muy útil para asociar cantidad y número. Pero aún estamos con el número dos.

Dos velas,  este es el número dos.



Como en cada centro de interés, también disfrutamos de algunos cuentos específicos de este tema. El primero fue “Santi no quiere comer”, una historia que desde el primer momento les cautivó, creo que porque en algún momento todos se han sentido identificados con Santi y sus melindres y caprichos a la hora de comer. 

                     

Santi, el protagonista, siempre remolonea a la hora de las comidas, así que se queda tan delgado y sin fuerzas que un día durante una excursión el viento lo levanta y se lo lleva por los aires…

Y, como estos peques están al quite de todo, en los días siguientes, a la hora de la comida se chinchaban un poco entre sí, “anda que si no comes te llevará el viento, como a Santi”. Y el otro pobre lloraba porque no quería que le llevara el viento. Pero bueno, mucho lloro... y poco ejercicio de cuchara.

También vimos un cuento muy especial, que a mí me hacía reír mucho y a ellos les llamaba la atención, porque trataba de ciertos “alimentos raros” que más de una vez ha probado cualquier niño ante el horror de mamá. "Alimentos ricos y alimentos ¡buaj qué asco!". Con estas imágenes os podéis imaginar el resto...


    

También jugamos a hacer parejas con unos lotos de frutas plastificados 





Algunos días  realizamos actividades de motricidad fina y grafomotricidad. Las semanas anteriores nos hemos iniciado en el trazo horizontal y en ello seguimos. Primero trazamos en la pizarra y después vamos acotando el espacio, hasta llegar a trazar en el folio. Esta vez el trazo lo realizaron sobre bandejas de harina. 

Pero primero hay que experimentar cómo se comporta este nuevo material: tocarlo, apelmazarlo, amontonarlo, removerlo, probarlo (“no está rico, no es azúcar”, dicen lo peques). Lo único que no se podía hacer era echarlo fuera de la bandeja. Luego realizaron trazos libres y al final trazos horizontales. Pude comprobar que ya han adquirido la horizontalidad en la escritura.

La otra actividad de motricidad manual consistió en insertar palitos de pinchos morunos en los agujeritos de los escurridores,  exige mucha coordinación óculo manual, y es muy adecuada para trabajar la pinza superior.


Palillos en los escurridores



Grafomotricidad en harina

Para finalizar este proyecto, hicimos otro taller de cocina, esta vez fueron bizcochos de chocolate. Fue una mañana de alegría y alborozo, de nervios y emoción. Fue una mañana redonda, y eso que era viernes.


Un huevo, tres de aceite, dos de azúcar
Como no teníamos bastantes utensilios, para que todos pudieran experimentar por igual las diferentes fases de la elaboración pedimos a las familias que nos aportaran varillas para batir y boles. Así, con menaje suficiente, los niños podrían trabajar de dos en dos, tomando una mayor conciencia del proceso.

Lo primero que hice fue confeccionar esta receta con pictogramas. Se trataba de hacer la receta muy visual y fácilmente comprensible. Así, los peques podrían seguir paso a paso el proceso, y también sabrían los ingredientes y las cantidades que necesitaban en cada fase. 

Antes de la entrada de los niños al aula ya estaba todo dispuesto en las mesas. Cuando planteo este tipo de actividades nos acercamos a la zona de trabajo con las manos sobre la cabeza. Los papás al ver la fotos se quedaron un poco extrañados. ¡Que no, que no estaban castigados! Es para que no empiecen con la actividad antes de tiempo, porque si no es así, muchas veces cogen las cosas antes de empezar, las cambian de sitio, las caen, las rompen, las desorganizan… aprender a esperar también es una habilidad importante. 



Esto es todo lo que necesitamos
Manos sobre la cabeza hasta el momento de comenzar


  













Empezamos repasando la lista de ingredientes. Miramos la receta y tenemos que ir identificando cada elemento de entre todo lo dispuesto. Esto es un bol, esto son varillas y sirven para batir, esto son los moldes, esto es el aceite, esto el azúcar…La emoción y el nerviosismo se palpaban en el ambiente. 

¡Comenzamos!
Yo voy preguntando qué tenemos que hacer, qué ingrediente va ahora, cuántas cucharadas hay que echar...Ellos miran la receta y me van diciendo. Pero no es nada fácil. Hay que contar las cucharadas de aceite, harina, azúcar… Primero sobre el papel. Después, en la práctica, la dificultad es mayor. 


Uno añade las cucharadas de azúcar, el otro las cuenta con los dedos. Uno sujeta el bol, el otro remueve la mezcla. Trabajo cooperativo en parejas.

Ella añade  las cucharadas de azúcar, él las cuenta con los dedos 

           
Ella sujeta el bol, él remueve la masa















Es una taller de cocina, pero aquí también hay mezclas y disoluciones. Con cada nuevo ingrediente que agregamos 
surge la sorpresa. Y la pequeña conversación.
— El huevo se hizo grande— comenta un peque al observar cómo aumenta el huevo batido con el aceite.
— ¿Dónde está mi azúcar?—pregunta otro al contemplar cómo se disuelve.
— Se marchó— añade un tercero para explicar que el azúcar se ha disuelto.
— No, no se marchó, si pruebas la masa, verás cómo sabe dulce, el azúcar está ahí—  tengo que aclararles.

Cuando añadimos el cacao la mezcla se vuelve de color marrón. La sorpresa es aún más grande. 
— Mira ya no tengo huevo amarillo, ahora es marrón. 
— Mira, el huevo también se marchó.

No es solo hacer un bizcocho, es poner en escena diversas habilidades cognitivas,  de lógica, de matemáticas. Es observar cómo se trasforman los alimentos al mezclarlos, batirlos, cocerlos. Es disfrutar con el proceso y con el resultado.


       
"Este huevo se hizo grande"
          
"Y ahora, ¿donde está el huevo?"
Por fin está la masa hecha y podemos rellenar los moldes. Con toda la emoción los llevamos al microondas. Se quedan de pie, mirando al aparato. La espera es puro nervio. Cuando abro el microondas se miran unos a otros excitados, y muestran su euforia con risitas y pequeños gritos. Todos quieren llevar el plato con los bizcochitos, pero está demasiado caliente.

Sentados en la mesa, un poco más tranquilos cada uno tiene que quitarle el molde. Parece algo fácil, pero no todos aciertan. Soplan para que enfríe, no pueden esperar más. Finalmente le hincan el diente. La algarabía, las risas y la emoción cesan.  El silencio es elocuente. Están comiendo su bizcochito. Están disfrutando del resultado de su propio trabajo. No quedarán ni las migas, solo los moldes vacíos.  



 
Hay que esperar a que enfríen
Umhhh!  Qué rico!



Pero todavía nos quedaba la actividad más divertida. Recoger las mesas, colocar las cosas en su sitio y fregar todo el menaje. 
Chapotear en el agua y ver cómo se tiñe de marrón. Eso sí que es entretenido.
Una forma estupenda de terminar la semana. Y el centro de interés.

Colocar las cosas en su sitio.
Fregotear, ¡qué divertido!





Lucía Antolín.

6 comentarios:

  1. Aaahhh ahora ya lo entiendo todo.... cuando me decia: " a Santi no le gusta comer", y yo le preguntaba: ¿quien es Santi, un niño nuevo de la guarde? Jijijiji

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  2. Aaahhh ahora ya lo entiendo todo.... cuando me decia: " a Santi no le gusta comer", y yo le preguntaba: ¿quien es Santi, un niño nuevo de la guarde? Jijijiji

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    Respuestas
    1. Por eso tiene sentido el blog, Silvia. Para que conozcáis bien cómo trabajamos con los peques. Y, si además lo leéis con ellos, pues mejor, porque contribuye a refrescar y afianzar lo aprendido.

      Besos,
      Lucía

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  3. ¡Cuánto pueden aprender y hacer los niños y niñas de dos años!¡Qué podrán hacer a los cinco!¡Cuánto los sobreprotegemos los padres y madres, y les impedimos que aprendan y avancen! Somos unos cómodos. Menos mal que nos quedan las buenas maestras.

    Un abrazo, Lucía

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    1. José Antonio, lo importante es aprender disfrutando. Ellos lo hacen, y yo también.

      Un abrazo,
      Lucía.

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  4. Luci, qué pasa que ya no escribes el blog?

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