miércoles, 18 de mayo de 2016

Centro de interés "Los alimentos". Segunda parte. Disoluciones y mezclas

Dentro del centro de interés dedicado a los alimentos también hubo momentos para la experimentación de carácter científico.

Dice Silvia Vega en la presentación de su libro “0-3, Laboratorio de ciencias en la Escuela Infantil” que junto a la curiosidad, auténtico motor del niño, si se da una motivación adecuada que sirva de dirección, los niños serán capaces de iniciar un viaje experimental hacia una dimensión desconocida. 

Y eso es lo que he pretendido con la realización de dos talleres de tipo científico: uno de disoluciones y otro de mezclas. Y digo científico porque la observación, la experimentación, la investigación y la deducción son procedimientos que los peques han tenido que poner en escena para realizar estos talleres.

Taller de disoluciones. Con azúcar y sal gorda. O quizá debería decir taller de sabores. 






Necesitamos tarros y vasos de cristal, agua, azúcar, sal gorda, cucharas, la lupa, y útiles de limpieza para dejar todo recogido al finalizar. Utilizamos tarros y vasos de cristal para poder observar mejor el proceso, pues con los vasos de plástico cambia la percepción de las cantidades y solo es posible mirar desde arriba. Y no, ni los han roto, ni se han cortado, ni ha supuesto un peligro.

El objetivo no es solo experimentar cómo se disuelven algunas materias en el agua, también conocer el porqué unos alimentos saben dulces y otros salados. Para diferenciar estos sabores hay que empezar por el dulce, pues el salado es tan potente que no deja percibir el otro.

Coloco los azucareros llenos sobre la mesa. Ellos observan y comentan.
—Hay mucho.
—Es blanco.
—Y brilla. 

Examinan atentamente el azúcar con la lupa, y, como trabajan por parejas, uno a otro se ratifican los comentarios.
— Sí, es blanco. Parece nieve.
—Sí, y brilla. Como la nieve. — El peque que hace este comentario ha recordado una experiencia sensorial anterior y establece sus propias hipótesis.
—¿Es nieve?—pregunto.
—No, porque no está fría—¡Toma ya! Excelente deducción.

Me maravilla esta forma de hacer hipótesis y deducir la respuesta correcta. Sus compañeros le escuchan con atención y también corroboran la idea. 
—¿Qué creéis que es?
Los peques meten el dedo en el azúcar y prueban. Es la mejor forma de salir de dudas.
—Es azúcar.
—Sí, en mi casa tengo azúcar.
—Y, ¿para qué es el azúcar?
—Para el café.

Echamos varias cucharadas de azúcar en los tarros y vemos que se queda en el fondo. Probamos el agua y no sabe a nada.
—¿Qué hay que hacer para que el agua sepa a azúcar?
—No sé— contestaban todos.
—A ver, vamos a pensar. ¿Quién toma azúcar en vuestra casa?
—Mamá, así, café—contestó una peque haciendo el gesto de remover. Y al momento todos estaban diciendo “sí, sí, así”, removiendo imaginarias tazas de café

Bien, veo que ellos conocen lo que hay que hacer, pero lo que no saben es el nombre de la acción.
—Hacer así se llama remover, y lo hacen las mamás y papás con el café, con el colacao, con la comida…

Dar vueltas con la cuchara se llama remover

Removimos el agua y volvimos aprobar.
—¿Cómo sabe?
—A azúcar.
—A galleta.
—Sabe rico.
—Riquísimo.
—Me gusta.

De nuevo los niños identifican algo, esta vez un sabor, pero tampoco saben nombrarlo.
—Se llama dulce. Este sabor es dulce. Los alimentos que llevan azúcar saben dulces. Las galletas, el chocolate, las gominolas, los helados, son de sabor dulce.

Volvemos a probar el agua para afianzar esta nueva idea. Uno de los peques se queda mirando el fondo del tarro y pregunta.
—¿Dónde está? No lo veo.
—¿Dónde está, quien?
—El azúcar, ¿dónde está el azúcar? —Genial la pregunta, este chico se me ha adelantado.
—Eso, ¿dónde está el azúcar?
—Se marchó— contestan casi todos.
—No, no se marchó. Está ahí, no la vemos porque se ha disuelto en el agua, pero está ahí,  porque el agua sabe dulce.

Ellos miran con cara de asombro al frasco y vuelven a probar el agua. Algunos cogen la lupa y miran el agua para ver si encuentran el azúcar, pero nada, no lo ven.

Miramos con la lupa buscando el azúcar

—Que no está, que se marchó— insisten.
—No se marchó— tengo que explicar— es que se ha disuelto. Cuando el azúcar que echamos al agua no se ve es porque se ha disuelto en el agua, pero sigue ahí, por eso sabe dulce. No se ve pero está ahí.

Después hicimos lo mismo con la sal. Echamos varias cucharadas en un nuevo frasco con agua, pero como era sal gorda tardó mucho en disolverse.
—Mira, no se marcha.— Lo que me han querido decir es que no se disuelve.
—Ya, ¿y qué hacemos?
—Así, dar vueltas, más, más.
Ahora ya saben lo que hay que hacer, pero siguen sin nombrar la acción. Además, se dan cuenta de que hay de remover con más fuerza y más tiempo.  

La sal también se marchó
Después probamos el agua, y ¡Aaaag! Sus caras lo decían todo. 
—¿Cómo es ese sabor?
—A  asco,
—No me gusta, no lo quiero.
—¿Porqué?
—Sabe  mal.
—Bueno, sabe mal porque tiene demasiada cantidad de sal. Ese sabor se llama salado y hay alimentos que saben salados,
— Sí, el jamón— dice uno de los peques.
Claro, el jamón, las aceitunas, las patatas fritas..
Entonces repasamos y diferenciamos en una lámina los alimentos dulces de los salados.  Las patatas fritas, al jamón, el salchichón, el queso, las aceitunas...frente al chocolate, las galletas, helados...

Alimentos dulces y salados


Finalmente, ponemos pegamento sobre el salero y el azucarero y pegamos encima sal o azúcar, lo que corresponda.





Para completar el conocimiento de los sabores al día siguiente aprendimos dos nuevos, ácido, probando zumo de limón, y amargo, probando café. El sabor ácido a algunos peques les gusta y lo asimilan perfectamente con el limón. Y descubrimos que también saben ácidos el vinagre y el yogurt natural.
En cuanto al café es curioso su interés por probarlo. O por imitar a los mayores.
—Mi  mamá toma café, sí, toma café—decían algunos peques. 
Creo que en el fondo se estaban preguntando a sí mismos cómo es que mamá toma café si sabe tan malo. 
—Claro, para que no sepa amargo le echan leche y azúcar.
 —Sí,  sí—asienten ellos.

La segunda parte de esta actividad fue asociar los sabores con imágenes de cada alimento. En goteros opacos he colocado el agua salada y dulce, el zumo de limón y el café, los cuatro sabores.  Los frascos quedan en el frigo, para repetir la actividad de vez en cuando. Porque no es suficiente con hacer esta actividad una vez para que queden claros los nombre de los diferentes sabores. Seguiremos insistiendo. 

                           
Ocho goteros, cuatro sabores



Taller  de mezclas. 
A lo largo del curso ya hemos trabajado con las bandejas de sopa. Disponen de cucharas, útiles y recipientes de diferentes medidas. Llenan y vacían, trasvasan, comprueban con cuál de ellos se llenan más rápido los recipientes grandes, intentan hacer la operación inversa, verifican que para llenar un recipiente grande hacen falta muchos pequeños...pensamiento matemático en acción.  


Sopa y recipientes de diversos tamaños
Con la cuchara lleno el vaso, y con el vaso lleno el tarro



Pero ahora la actividad va más allá. Se trata de utilizar la lógica, de razonar qué sucede y porqué sucede, de hacer hipótesis y comprobar su certeza. Para ello introduzco macarrones de caracol entre la sopa. 
Hasta ahora la sopa se deslizaba con facilidad por el embudo, pero ahora la mezcla no pasa, solo se filtran algunos granos de sopa. Los niños lo intentan con la cuchara, remueven la mezcla tratando que caiga...pero nada. 
—Mira qué pasa.
—Se han parado.
—No caen.
—No pasa.
 Me acerco a ellos y lo confirmo.
—Es cierto, la sopa ya no cae por el embudo. ¿Porqué será? 


La sopa se desliza con facilidad por el embudo, pero los macarrones...



Ellos miran el embudo, lo levantan y lo inspeccionan. Algunos intentan desatascarlo con el dedo. Otros lo golpean para forzar el paso de la mezcla. Hay quien lo vuelca. Como no lo consiguen observan al compañero para ver cómo soluciona el problema.
—Jolín, que no cae— se enfadan los más impacientes. 
—Es cierto, el embudo está atascado, ¿qué crees que ha pasado?
—Son los macarrones— muy buena la deducción.
—Sí, son los macarrones— reconozco,  pero, ¿que pasa con los macarrones?
Nuevamente observan pensativos, con atención, el embudo.
—El agujero es pequeño dice, finalmente, uno de los niños. 
Y todos vuelven a observar el agujero, introducen el dedo para confirmarlo, luego un poco de sopa, una cucharada de macarrones... Es decir, tratan de comprobar la veracidad de esta afirmación. 

Yo no he dado la respuesta, han sido ellos, a través de un proceso guiado, quienes la han obtenido. Han establecido una relación causa-efecto. 



El agujero es pequeño!!!


No sé que habrá quedado en sus mentes, espero que al menos el gusto por descubrir el cómo y el porque, máxime en esta edad en la que el "porqué" es el pan nuestro de cada día.
Manipular, observar, comparar, relacionar, deducir, atribuir, confirmar, inferir, aprehender… son actividades propias de algunas fases del proceso de aprendizaje. Operaciones que llevan a la adquisición del conocimiento. Seguiremos en ello.


5 comentarios:

  1. Lucía. ¡Qué tal!

    Veo que tú tan ocupada como siempre. ¡Qué forma de trabajar!

    Me encanta ver a niños y niñas con cara de asombro y ganas de aprenderlo todo. Me encanta ver que no están sentados haciendo palotes que supuestamente los llevarán a aprender a hacer letras. ¿Y los efectos adversos?

    Tú estás preparando a auténticas científicas y científicos, investigadores comprometidos con la búsqueda de soluciones. ¿Nunca piensas, “me encanta que los planes salgan bien”?.

    Lucía. No me extraña que pensaras que no me pega que sea (pretenda ser) maestro de E. I. Será por el rollo que tengo. Pero no quiero que pienses que el hablar entre adultos, se puede asemejar a hablar un adulto con un niño de 2 años cuando se le pretende guiar, acompañar en su descubrimiento de su, nuestro mundo.

    Yo soy un niño grande que pretende prepararse y, sobretodo, dar educación en una escuela infantil antes de que me muera. Puede que no lo consiga, pero lo que estoy disfrutando retomando mi vieja profesión de aprendiz de todo, no me lo va a quitar nadie.

    Tienes unas plantas preciosas.

    No soy muy bueno en geografía, pero ¿sabes que estamos muy cerca?

    Un gran beso y mucho ánimo, que con toda tu sabiduría y experiencia, encontrarás una salida.

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    1. Gracias, Jose Antonio. Provocar en los niños el asombro es incentivar los parendizajes. Te recomiendo el libro de C. Lecuyer "Educar en el asombro". Espero que saques las oposiciones y puedas trabajar en la etapa de Infantil, porque es algo inigualable.
      Me gusta leer tus intervenciones en el blog de Santos Guerra, son profundas y reflexivas. Cualquier día podríamos discutirlas tomando un café.
      Saludos,
      Lucía.

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  2. Me encanta, precioso. Muchisimas gracias!

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